¿Podemos hacer algo más por la prosperidad de las comunidades locales en los territorios mineros?

Carlos Adrian Serafini

La mera perspectiva de apertura de un proyecto minero provoca una emulsión de expectativas y tensiones entre los principales actores económicos, sociales y políticos del territorio. Estos son: la Comunidad Local, la Corporación Minera y el Sector Público.  

Para arbitrar dichas situaciones surge el concepto de Licencia Social para Operar (LSO), que otorgan las comunidades a las corporaciones, con veeduría gubernamental. Ahora bien, el proceso de construcción de la LSO abarca una breve ventana temporal. Esto, impide prever un sinnúmero de contradicciones a futuro que, mal manejadas, pueden derivar en conflictos y frustraciones diversas. Y eventualmente, todo ello puede revertir la LSO.

Aquí retomamos entonces la pregunta inicial en relación a mejoras. Luego de analizar modelos y experiencias, aparece un método no muy difundido pero altamente valioso: “Enfoque ABCD” (Por su significado en inglés: “Asset-Based Community Development”) Esta mirada del “Desarrollo Comunitario basado en Capacidades” fue desarrollada por John Mc Knight y Jody Kretzmann, fundadores del ABCD Institute. A priori, este enfoque se podría resumir en tres premisas simples: 

  • “Tradicionalmente, los individuos han sido relegados a simples destinatarios de los servicios de ayuda social como usuarios o clientes. Así, se vuelven dependientes de las instituciones de ayuda”.
  • “Para desbloquear las capacidades de la comunidad, debemos repensar cómo ver a los residentes. Identificar sus recursos existentes y reconocer sus habilidades individuales y grupales. Convertirlos en asesores para brindar mejores servicios”. 
  • Por ende, antes de preguntar a la gente “qué necesita”, primero debemos inquirir: “¿Qué es lo que cada uno puede aportar para su realización individual y colectiva?”

Para arribar a resultados concretos, el enfoque ABCD plantea realizar un profundo trabajo social de “mapeo de activos comunitarios”. Algunas preguntas clave son las siguientes:   

  1. ¿Qué es lo que pueden hacer los habitantes por sí mismos? (Lo que no necesitamos hacer nosotros por ellos)
  2. ¿Qué pueden hacer los residentes con un poco de ayuda de las instituciones?
  3. ¿Qué necesitan hacer los residentes que no pueden hacer? (Lo que solo nosotros podemos hacer).
  4. ¿Qué podemos dejar de hacer para crear espacios para la acción de los residentes?
  5. ¿Qué podemos ofrecer a la comunidad más allá de los servicios que brindamos para apoyar la acción de los residentes?

Sería apropiado que este trabajo sea liderado por una institución reconocida en el medio -por ejemplo la universidad pública-. Y que se tengan en cuenta en su diseño e implementación tanto la dimensión cuantitativa como las variables cualitativas antropológicas y culturales inherentes al territorio. Y todo elemento que pueda aportar bases interpretativas claras y profundas para abordar la Licencia Social para Operar. 

La amplitud de la búsqueda y la sistematización de datos de la comunidad a partir del Enfoque ABCD pueden esquematizarse a partir del siguiente gráfico: 

 Los resultados cuanti-cuali derivados de la aplicación de este enfoque permitirían enriquecer el proceso puntual de construcción de la Licencia Social para Operar, y orientar las posteriores decisiones de políticas públicas sociales del gobierno y las políticas corporativas de RSE. Aportando a las comunidades locales aquellos recursos que realmente se necesitan para potenciar el desarrollo económico y social de la comunidad. Pero no ya desde la visión de las debilidades percibidas o desde una impronta clientelar que genere dependencia y frustración.    

Carlos Adrián Serafini es Licenciado en Relaciones Internacionales (UNR), Instituto Nacional de Tecnología Industrial – Gestor de proyectos y Facultad de Ciencias Económicas y Administración (UNCA) – Docente.